
La primera semana la pasaría de celebración, con mis padres iría al restaurante más caro de Barcelona a comer, y con mis amigos quizás organizaría algún tipo de fiesta que contuviera las palabras limusina-fin de semana-fiesta. De esos 146 y pico millones euros, ahora unos pocos menos después de mi celebración, unos cuantos muchos irían a mis padres y unos cuantos más a mis amigos. Así nos solucionamos todos. Luego me compraría una casa con jardín, piscina y barbacoa pero no excesivamente grande. Renovaría mi vestuario, lo de siempre pero en más cantidad. Quizás me acabaría comprando algún vestido caro y algún Manolo Blahnik pero nada más. Podría comprarme a Eleanor, un Shelby GT 500 del ’67, si la consigo encontrar, sino tendría que conformarme con su versión moderna. Me iría a viajar a aquellos sitios a los que me encantaría ir: New York, Londres, Jamaica, Camboya, quizás Japón o Hawai y a otros tantos sitios más. Posiblemente volvería a estudiar: inglés seguro que sí y luego quizás Historia o Antropología, sin presiones y por el placer de hacerlo. Lo que me hubiese sobrado lo invertiría para que fuera creciendo. Me buscaría un trabajo de media jornada ya que creo que es necesario trabajar para que el hombre se complete como persona pero sin sentirse asfixiado por él. Supongo que esta semana, unas cuantas personas más se han hecho esta pregunta, a fin de cuentas, soñar, sigue siendo gratis; pero sólo una podrá llevarlo a cabo. Al leñador de la Toscana, hoy, soñar, le resultará un poco más caro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario