Esta semana la Lotería Italiana ha repartido el premio más grande de la historia en el Viejo Continente: 146,9 millones de euros, que en pesetas, como diría mi madre, se traducen a un porrón. El único boleto premiado fue sellado en un pueblecito de la Toscana de 2000 habitantes. En las noticias hoy han dicho que afortunado podría ser un leñador. !Menos mal! Si le hubiera tocado a Berlusconi el karma del mundo hubiera tardado mucho tiempo en volver a equilibrarse. Ese supuesto leñador de la noche al día se ha convertido en asquerosamente rico. Una posibilidad entre muchas de que nuestra vida cambie así. Eso me lleva a pensar en qué haría yo si me viera con semejante pastizal de euros.
La primera semana la pasaría de celebración, con mis padres iría al restaurante más caro de Barcelona a comer, y con mis amigos quizás organizaría algún tipo de fiesta que contuviera las palabras limusina-fin de semana-fiesta. De esos 146 y pico millones euros, ahora unos pocos menos después de mi celebración, unos cuantos muchos irían a mis padres y unos cuantos más a mis amigos. Así nos solucionamos todos. Luego me compraría una casa con jardín, piscina y barbacoa pero no excesivamente grande. Renovaría mi vestuario, lo de siempre pero en más cantidad. Quizás me acabaría comprando algún vestido caro y algún Manolo Blahnik pero nada más. Podría comprarme a Eleanor, un Shelby GT 500 del ’67, si la consigo encontrar, sino tendría que conformarme con su versión moderna. Me iría a viajar a aquellos sitios a los que me encantaría ir: New York, Londres, Jamaica, Camboya, quizás Japón o Hawai y a otros tantos sitios más. Posiblemente volvería a estudiar: inglés seguro que sí y luego quizás Historia o Antropología, sin presiones y por el placer de hacerlo. Lo que me hubiese sobrado lo invertiría para que fuera creciendo. Me buscaría un trabajo de media jornada ya que creo que es necesario trabajar para que el hombre se complete como persona pero sin sentirse asfixiado por él. Supongo que esta semana, unas cuantas personas más se han hecho esta pregunta, a fin de cuentas, soñar, sigue siendo gratis; pero sólo una podrá llevarlo a cabo. Al leñador de la Toscana, hoy, soñar, le resultará un poco más caro.
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