Esta semana me he terminado la trilogía Millennium del fallecido Steig Larsson. Sí, esos libros de nombres interminablemente largos. Por norma general no suelo leer superventas porque casi siempre me resulta un chasco. Por suerte Millennium no es un chasco pero tampoco es para considerarlo indispensable. Supongo que si Larsson no hubiera muerto tan de repente su éxito no hubiera sido el que es hoy en día. Por desgracia, muchas personalidades han alcanzado el reconocimiento después de muertos. Si no que se lo pregunten a Poe. Igualmente, la trilogía no deja de tener su mérito ya que ha resucitado un género desahuciado como es la novela negra. Curiosamente los primeros libros (sin dibujos) que empecé a leer fueron los de Agatha Christie, la reina del género por excelencia, y autora de Diez negritos, uno de mis libros favoritos. Ella tenía a Poirot y Larsson a Lisbeth Salander, que sin duda es una de las claves para que los libros se hayan vendido tanto. Una chica delgada, con multitud de piercings y tatuajes, hacker de profesión, un poco antisocial y que odia a los hombres que no aman a las mujeres. Sólo por conocer a este personaje ya merece la pena leerse los libros. La trama entretiene, sobre todo si te gustan las conspiraciones políticas, y además es fácil de seguir.
Conclusión: si estás aburrido y tienes carnet de la biblioteca, pásate y échales un vistazo, que seguro que te acaban gustando y que te duran poco.
Por cierto, en septiembre se estrena la segunda película de la trilogía. Así que si te da pereza siempre puedes esperarte a ir al cine. Aquí os dejo los 2 trailers por si a alguien le pica la curiosidad:
miércoles, 26 de agosto de 2009
Millennium. Y se acabó lo que se daba.
domingo, 23 de agosto de 2009
Si yo fuera el Tío Gilito o un leñador de la Toscana
Esta semana la Lotería Italiana ha repartido el premio más grande de la historia en el Viejo Continente: 146,9 millones de euros, que en pesetas, como diría mi madre, se traducen a un porrón. El único boleto premiado fue sellado en un pueblecito de la Toscana de 2000 habitantes. En las noticias hoy han dicho que afortunado podría ser un leñador. !Menos mal! Si le hubiera tocado a Berlusconi el karma del mundo hubiera tardado mucho tiempo en volver a equilibrarse. Ese supuesto leñador de la noche al día se ha convertido en asquerosamente rico. Una posibilidad entre muchas de que nuestra vida cambie así. Eso me lleva a pensar en qué haría yo si me viera con semejante pastizal de euros.
La primera semana la pasaría de celebración, con mis padres iría al restaurante más caro de Barcelona a comer, y con mis amigos quizás organizaría algún tipo de fiesta que contuviera las palabras limusina-fin de semana-fiesta. De esos 146 y pico millones euros, ahora unos pocos menos después de mi celebración, unos cuantos muchos irían a mis padres y unos cuantos más a mis amigos. Así nos solucionamos todos. Luego me compraría una casa con jardín, piscina y barbacoa pero no excesivamente grande. Renovaría mi vestuario, lo de siempre pero en más cantidad. Quizás me acabaría comprando algún vestido caro y algún Manolo Blahnik pero nada más. Podría comprarme a Eleanor, un Shelby GT 500 del ’67, si la consigo encontrar, sino tendría que conformarme con su versión moderna. Me iría a viajar a aquellos sitios a los que me encantaría ir: New York, Londres, Jamaica, Camboya, quizás Japón o Hawai y a otros tantos sitios más. Posiblemente volvería a estudiar: inglés seguro que sí y luego quizás Historia o Antropología, sin presiones y por el placer de hacerlo. Lo que me hubiese sobrado lo invertiría para que fuera creciendo. Me buscaría un trabajo de media jornada ya que creo que es necesario trabajar para que el hombre se complete como persona pero sin sentirse asfixiado por él. Supongo que esta semana, unas cuantas personas más se han hecho esta pregunta, a fin de cuentas, soñar, sigue siendo gratis; pero sólo una podrá llevarlo a cabo. Al leñador de la Toscana, hoy, soñar, le resultará un poco más caro.
sábado, 22 de agosto de 2009
Living the Dream. El retorno de Dexter
¡¡¡Ha vuelto Dexter!!!! Un mes antes del estreno se filtró Living the Dream, el primer episodio de la 4ª Temporada, y yo, como soy un culo inquieto, ya lo he visto. Y me ha encantado.
Ha vuelto con todos los ingredientes que hacen de Dexter una mis series favoritas y el señor Morgan vuelve a sacar sus cuchillos por fin.
Además ya nos han enseñado la que va ser la trama principal de esta temporada: Trinity Killer. Impresionante este psicópata, el más prolífico de EEUU, que mata de tres en tres. También he visto las que creo que serán las subtramas. Cada personaje, excepto Masuka quizás, tiene la suya propia. Por ejemplo Debra (cuyo relación de palabrotas por minuto es admirable) que por un lado está más cerca de descubrir quien es Laura Mosser y destapar el secreto de Dex, y por otro tendrá ante sí el dilema de escoger entre Anton (aix que guapo) y Lundy, que vuelve a Florida para cazar al Trinity Killer. Y para colmo, Batista y Laguerta me han dejado con la mandíbula desencajada (por cierto: qué bien que le queda el sombrero al cubano, eso es estilo!).
Resumiendo, Dexter ha vuelto más fuerte que nunca para hacer lo que mejor sabe: matar. Si little Harrison le deja, claro (¿es que este bebé no duerme nunca?)
Ahora sólo me queda esperar y quizás cruzar los dedos para que se filtre el 4x02. Con semejante cliffhanger que dejó Living the Dream no sé si aguantaré un mes y medio sin noticias de Miami.
martes, 18 de agosto de 2009
Las maravillosas locuras de Tim Burton
Puede ser que te guste Tim Burton o puede ser que no te guste nada. Lo que sí es cierto es que cada proyecto que toca genera mucha expectación. Personalmente soy del primer grupo.
El 9/09/09 se estrena "9" una peli de animación en la que participa junto al director de Wanted. La historia se centra en un mundo postapocalíptico donde la raza humana es exterminada, una vez más, y de como un muñeco de trapo, llamado Nine, tiene que hacer frente a las maquinas que lo han conseguido. La música es de Danny Elfman (sobran las palabras) y la voz del prota corre a cargo de Elijah Wood. Os puedo asegurar que la veré. En parte porque adoro los muñecos de trapo, ya que en la mente de un niño pueden convertirse en cualquier cosa y la imaginación es algo que vamos perdiendo por desgracia, al hacernos mayores; y porque me encanta lo que hace Tim Burton cuando se adentra en la animación: The Nightmare Before Christmas o, aunque a muchos no les guste, Corpse Bride.
Y que puedo decir de "Alice in Wonderland". Es una de las historias más bonitas que he leído y uno de los pocos libros que han sido capaces de describir con palabras, sentimientos que no sé expresar. Y Tim Burton nació para adaptar al cine cuentos infantiles. En el film volverá a contar con su actor fetiche, Johnny Deep, que hará de Sombrerero Loco. Además también participan Helena Boham-Carter, Anne Hathaway, Alan Rickman y Christopher Lee. Pero es que eso no es lo mejor. El principal, Alicia, será interpretado por Mia Wasikowska. Para todo aquel que no haya visto In Treatment será una gran desconocida. Para los afortunados que lo hayan hecho, siempre será Sophie, la niña gimnasta y suicida que nos robó el corazón pasando consulta.
¿Alguien se viene conmigo a verlas?
sábado, 8 de agosto de 2009
Malsons I
Tocaba recreo. Tocaba echar un cigarrito en el patio. El problema era en qué patio. La escuela era enorme y era imposible que conocieras todos sus espacios y pasillos.
“Nos hemos equivocado de patio” me dijo mi compañero. Efectivamente no era el lugar al que queríamos ir. El lugar en cuestión era un rectángulo de proporciones faraónicas. La parte central del patio estaba cubierto por unas bóvedas sustentadas por unas columnas redondeadas que le daba un aspecto de catedral. A duras penas eras capaz de diferenciar el final del patio así que optamos por quedarnos al lado de la puerta por la que habíamos entrado. Todo el patio estaba cercado por muros de piedra de aspecto grueso y al otro lado se elevaban de manera majestuosa unas montañas picudas y grises desprovistas de vegetación. Todo ello contribuía a que el patio tuviera un aspecto bastante tétrico. “¿Cómo quieren que juguemos en un sitio así?” exclamó mi compañero. Nos encendimos el cigarro.
A la segunda calada, un ruido de motor me hizo mirar al cielo. “¿Un helicóptero? Qué coño hace aquí un trasto de esos” pensé. De repente el aparato perdió el control y se precipitó hacia los picos de piedras de las montañas y, sin llegar a incendiarse, se dirigió inevitablemente hacia el suelo al otro lado del muro. “¿Habéis visto eso?” grité, “¡el helicóptero se ha estrellado!”. Pero el aparató, literalmente, botó como un balón y entró en el patio por encima del muro hacia donde estábamos nosotros. Y a cada golpe contra el suelo, el helicóptero seguía botando como si una mano invisible lo estuviera guiando. Los niños empezaron a gritar y a correr temerosos de que esa extraña pelota de metal con hélices los aplastara y dejaran de existir para siempre. “Los helicópteros no botan, es imposible, pero es que además parece que está ¡¿encogiendo?!” pensé. Era verdad, el helicóptero encogía y se redondeaba con cada golpe contra el suelo. En un giro extraño se dirigió hacia un niño que lo esperaba con los brazos abiertos. “¡Paras tú!” me gritó al mismo tiempo que me lanzaba el helicóptero-balón que llegó a mis manos convertido en una señora pelota de baloncesto. “¡Qué demonios!” exclamé al mismo tiempo que atrapaba la pelota en mis manos. Mi compañero me miraba con una cara entre “¿dónde coño estamos?” y “sólo quería fumarme un cigarro” que se tornó en una mueca de horror cuando, desde el final del patio, vio aparecer unos seis jugadores de rugby en formación y con un sobrenatural halo de color naranja, que se dirigían no muy amistosamente hacia nosotros. Zarandeé el balón pensando que volvería a cambiar de forma pero no lo hizo. El jugador de en medio me señaló y todos empezaron a correr hacía mí. “¡Joder!” grité al mismo tiempo que rodaba por el suelo para esquivarlos. El equipo de rugby no se detuvo, penetró como si fueran fantasmas, por el grueso muro de piedra del patio, para volver a salir exactamente por el mismo punto. El del centro me señaló de nuevo, pero antes de que volvieran a embestirme, le lancé la pelota. El jugador la cogió al vuelo, me miró y torció la boca en un gesto que bien podía ser una sonrisa o una amenaza. No me quedé para averiguarlo. Salí corriendo por la puerta al mismo tiempo que sonaba la campana que indicaba que el recreo había terminado.
Nunca volví a encontrar ese extraño patio.
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